jueves, 9 de junio de 2016

Memorias IV



No sufro de grandes traumas respecto a mi niñez, muchos de mis compañeros de vida si que los tienen, y lamentan la educación que recibieron, lamentan el no vivir con su padres, lamentan el maltrato que recibieron y muchas cosas más. Me esfuerzo en recordar algo traumatizante de mi niñez y no encuentro nada, desde mi precaria conciencia todo era útil, incluso esa pantalla de vidrio que siempre ocupó un lugar central en el hogar, la televisión, y a grandes rasgos es lo único que lamento de mi niñez, el verme obligado a mirar ese aparato tan triste que me ofreció un reflejo de felicidad. Si, crecí viendo a Israel Jaitovich, crecí excitado por la liga de fútbol mexicano, crecí mirando la pseudopornografia nocturna en las telenovelas, Chabelo, el chavo del 8, Lopez Dóriga, Adalberto Ramones, y miles de toneladas de publicidad.
Pese a mi carestía de traumas infantiles, pienso que el cáncer más podrido me lo inyecto roxana castellanos y Mauricio Castillo, los senos de Consuelo Duval y los pies chuecos de Andrea Legarreta. A todo ello acredito el hueco que repentinamente siento, induciéndome al pesimismo y la ira. Es una pesadilla constante, y valientemente se quedará para toda la vida, el tatuaje más despreciable que jamás pedí.

Los Cigarillos de mi no chica

Si llueve mejor, el calor me mata y el agua me hace tanto bien, que noche tan nauseabunda escuchando a Buddy Guy y fumandome los cigarrillos de mi no mujer. Me rasco la oreja y me encuentro con mugre, durante todo el día en chanclas, e incluso ahora que es la 1 :39 de la noche y siento los pies entumecidos, sin una gota de alcohol pero unos blues que desangran cualquier recuerdo preciso, no me queda mas que imaginar un futuro, con una entepierna saludable y unos pulmones asquerosos. Calzoncillos limpios y sarro en los dientes, no se si acabarme la cajetilla que le quite a mi no chica, o decidir ser saludable. No se si devolverle los cigarrillos o consumir humo en la azotea, lo mejor seria volver a soñar con dólares y arboles. Nada es tan diferente, simplemente es mi podrida edad que me hace ver diferente este maravilloso y repugnante bicho en el manto estelar llamado planeta. Lo cierto es que los cigarrillos no son de mi chica, porque aún no es mi chica, pero nuestras mentes se llevan bien y me habla con la verdad, igual que los blues de Muddy.